
Yo no sé si algún día, tú te has visto al espejo, linda, bien maquillada, bien peinada, todo en su lugar, pero por dentro te sientes como desfigurada, ¿verdad? No rota, no me refiero a sucia, que a veces es como una expresión que he visto últimamente en las redes sociales, sino simplemente me refiero a esa sensación que a veces tenemos cuando nos miramos al espejo, donde nos vemos como invisibles para nosotras mismas.
Y yo quiero que tú sepas que conozco muchas mujeres que han estado ahí, incluso en algún momento. Mira, yo me he sentido así también cuando me miro al espejo. Te confieso que yo nunca dije en voz alta, pero puede ser que hayas vivido un momento en que se te haga difícil verte como Dios te ve.
Yo creo que por eso yo escribí ese libro de mujer valórate, tantos años atrás, yo sé que cuando la vergüenza se instala en nuestra vida no solamente empaña, todo lo que haya sucedido en el pasado, sino que nos quita el permiso de vernos con los ojos de propósito, que Dios quiere que lo veamos y hoy vengo a tocarte, que se venga hoy contigo esas heridas silenciosas que muchas veces cargamos las mujeres.
Me refiero a esa imagen distorsionada que nos hace escondernos como; se escondió Eva cuando comió del fruto prohibido, que nos hace vestirnos con capas de cosas que no necesariamente traen provecho a nuestra vida, que nos hace orar como si Dios solo amara una versión editada de nosotras. Y en este episodio. Yo quiero invitarte a sanarte por dentro, a sanar lo que más nadie puede ver acerca de TI.
Hoy quiero compartirte 3 herramientas sagradas, que toda mujer necesita. Una revelación bíblica que te libere de ese espejo emocional que está dañado. Quiero hablarte de una reprogramación espiritual que desactive ese juicio que tenemos acerca de nosotras mismas y, por supuesto, quiero enseñarte esa identidad de dignidad que vas a entender cualquier inseguridad que tú puedas tener en tu vida y que te estés teniendo en el día de hoy.
Así que, si tú has estado esperando desde la culpa, desde ese miedo, de ese camuflaje que a veces queremos sentirnos, vernos diferente a lo que somos, lo que voy a revelarte hoy a devolverte el permiso, para tu caminar desnuda emocionalmente delate de nuestro padre, para que puedas caminar sin vergüenza delate de nuestro Dios.
Quiero que te quedes hasta el final de este episodio donde te compartiré como sanar la imagen que tienes acerca de ti misma.
¿Conoces tú como mujer que la vergüenza no solamente te esconde de Dios, también te separa de ti misma? ¿Alguna vez te has preguntado qué le mostrarías a Dios si supieras que no vas a hacer rechazada? ¿Sabías tú que la vergüenza no se conforma con señalar tu error, la vergüenza quiere redefinir quién tú eres? ¿Me creerías si te dijera que tú no necesitas hoy una nueva meta, quizás tú lo que necesites es un nuevo plan de vida? ¿Sabías tú que la verdadera libertad no es hacer lo que tú quieres, es ser plenamente tú, que no tengas que esconder nada de ti?
¿Te has preguntado si tienes la capacidad de responder con toda seguridad estas preguntas? Me gustaría leer tus respuestas a estas preguntas, en la caja de comentario.
Terminando con lo anterior, continuemos nuestra lectura.
Hay una escena en la que siempre me conmueve profundamente y es cada vez que leo Génesis, no es necesariamente el momento del pecado, ni tampoco es ese momento cuando Adán y Eva fueron expulsados del Edén, me refiero a ese instante exacto, en el que Adán y Eva se esconden, siempre que leo eso yo tengo que decir que mi corazón se conmueve, porque ahí lo que sucedió fue mucho más que ese error grave de desobedecer.
Lo que tú ves en ese momento específico de la escritura, es cuando Adán y Eva perdieron el permiso interno de ser visto, y si Adán y Eva cometieron un error, pero esa primera reacción de ellos no fue arrepentirse, fue cubrirse, fue esconderse, fue alejarse, fue taparse. ¿Estás viendo el patrón de lo que estoy hablando, o sea, la vergüenza fue esa primera emoción que entró al mundo después del pecado, verdad? Leemos acerca del miedo, podemos pensar que pudo haber sido la ira, podemos pensar que fue la tristeza.
La vergüenza, lo primero que entró al mundo, luego del pecado. Y desde ese momento muchas de nosotras, tú y yo, no solamente hemos cargado el peso de las cosas incorrectas que hemos hecho, sino que con una identidad deformada por cómo nos sentimos después de hacerlo, cargamos también con esa misma vergüenza.
Cuando lees Génesis 3:10 “Y él respondió, oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque yo estaba desnudo y me escondí” Adán no solo dijo Señor yo peque, dijo tuve miedo de ser visto, esa ha sido la misma voz que ha resonado dentro de muchas de nosotras por demasiadas generaciones, no es miedo a Dios, es el miedo a no ser suficiente, miedo a que él realmente nos vea y no pueda amarnos de la misma manera antes de nosotros cometer nuestros errores y equivocarnos.
Hay un estudio de neurociencia que unos de los estudios más citados del mundo que explica que la vergüenza activa, el sistema límbico de las zonas similares A, cuando se activa cuando hay dolor, sobre todo cuando hay dolor físico, yo quiero que tú sepas que sentir vergüenza es procesado en nuestro cerebro como si tú hubieses sido herida físicamente, aquí viene una parte bien importante, cuando la vergüenza se vuelve parte de tu identidad te vas a dejar de creer que hiciste algo mal y comienzas a creer que eres mala.
No significa yo he fallado como mamá, es decirte a ti misma eres una mala madre, no es decir yo me equivoque en esta reacción que tuve, es decir nadie más me va a amar de verdad por la manera que reaccione, ya no es yo tome una mala decisión financiera, es decir yo soy un desastre con el dinero, yo se muchos de ustedes que me están escuchando han dicho cosas como esas.
La vergüenza no se conforma con señalar tu error, la vergüenza quiere redefinir quien tú eres y quiere redefinir tu nombre y cuando eso ocurre ya tú no construyes decisiones desde tu llamado en el señor, sino que construyes tus decisiones desde tu vergüenza, tú eliges estar callada con Dios en lugar de elegir tu propósito, tú cedes tu espacio, te cubres emocionalmente, no obras en libertad, no sueñas con valentía, ¿no disfrutas de tus logros? ¿Por qué? Pero tu espejo interno está empañado por esa voz que te dice: ¿quién te dice que tú estabas desnuda?
Muchas de las cosas que tú haces por prudencia o por humildad o por madurez, en realidad son estrategias de camuflajes emocionales, son hojas de higueras modernas que nos ponemos de manera sofisticada para nosotros esconder esa herida que no ha sido sanada.
Escuche en una predicación de unos predicadores favoritos que cuando tú restauras una obra de arte, en realidad el paso más delicado no es pintar, sino que es quitar la suciedad o quitar aquello que está tapando a esa obra de arte, cuando hay capas de polvo, cuando hay barniz viejo, cuando hay humedad, esa humedad que se pone sobre de los cuadros, pues se crea una falsa imagen de ese cuadro original, muchas veces tú y yo creemos que la pintura está dañada, cuando solo está escondida sobre esas capas que se han puesto ahí con el tiempo o con las experiencias.
Tú tienes que saber que tu identidad en cristo no está rota, está cubierta sobre esa capa de historia, capas de vergüenza, capas de distorsión emocional y por eso antes de tu ser restaurada, tú necesitas ser limpiada como esas obras de arte, esa limpieza no comienza con perfección, en realidad comienza con dar permiso, a cerca de darle permiso al señor, de que el señor pueda verte como tú eres, no como tú aparentas ser, sino como tú eres.
Es bien importante que hoy entiendas que tú no necesitas hoy una nueva meta, quizás tú no estás en el tiempo en que necesites un nuevo plan de vida, tal vez lo único que tú necesitas es presentarte sin camuflaje. Presentarte sin esas capas delante de tu señor. Tal vez tu verdadera sanidad está, no en cambiar tu entorno, sino en dejar de esconderte dentro de ti. Tú puedes caminar hacia Dios sin miedo de ser expuesta y tus errores no dictan tu valor.
El Edén no es el lugar donde te escondes, El Edén debe ser el lugar donde tú vuelves a ser vista, donde tú vuelves. Hacer amada por Dios tal cual tú eres.
¿Yo no sé si alguna vez has estado delante de uno de esos espejos que se ponen en las casas de juegos o en los circos, esos espejos que cambian tu reflejo y tu reflejo están distorsionados, o te ves bien alto, te ves bien bajito, te ves bien, gordito, te ves bien, flaquito, honestamente, ese efecto óptico ¿de repente se puede ver gracioso, porque yo mucha verdad?
La primera vez que me vi un espejo así me parecía graciosísima, yo decía como pueden hacer esto, no importa quien se pare en ese espejo, siempre se va a ver de la manera en que ese espejo está distorsionado, es decir ese espejo que se supone que te hace ver más bajita cuando te pares ahí, siempre te vas a ver bajita, y ese espejo que está distorsionado que te veas más ancha cuando te pares ahí y hay unos como que tienes unas curvas y te ven torcida, cuando yo me mire frente a esos espejos y cuando analizo en eso pienso en esto; así es el espejo emocional de muchas mujeres.
No importa cuán exitosa, cuan amada, cuan bendecida estés, si el espejo emocional está alterado, ese reflejo siempre se va a ver con esa mentira, muchas de nosotras caminamos la vida mirándonos en esos retrovisores rotos. ¿Y cuáles son esos retrovisores o esos espejos que están distorsionados? Esas palabras o esos comentarios que nos hicieron en la infancia, que nos hirieron las palabras de una pareja que fue hiriente, esas expectativas culturales que muchas veces hay sobre nosotras, esos silencios de gente que debió habernos afirmado, que debió habernos hablado con sinceridad, esas decepciones de las que nunca hablamos con la gente y esos espejos emocionales se convierten en ese círculo con el que nosotros llevamos la vida.
Tu percepción no siempre es evidencia de la realidad, solo porque tú sientes algo, no significa que eso sea verdad, la Biblia dice en 2 Corintios 3:18 “Por tanto, nosotros todos mirando a cara descubierta como en el espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”
No sé si te das cuenta del detalle de este verso, Pablo no dice que el espejo muestra tu pasado, Pablo no dice que el espejo muestra tus traumas, dice que muestra la gloria de Dios, cuando tú mires esa gloria tú eres transformada, el espejo del reino no refleja tu historia, refleja tu herencia, refleja lo que fuiste redimida para ser,
Desde la psicología nosotros sabemos que lo que tú crees en ti misma, eso que llamamos la autoestima, condiciona tu comportamiento, e incluso si esa creencia es falsa, si una mujer cree que no es digna de amor va a actuar con autosabotaje emocional, creyendo que nadie me puede amar, si cree que no es suficiente va a hablar, a moverse, a tomar decisiones desde esa posición, si cree que es culpable claro que va a rechazar el perdón, lo que crees que eres determina lo que tú te permites recibir
¿En qué espejo tú te estás mirando? ¿Cuál es la distorsión de ese espejo que tú tienes delante de ti? Bien probable que no sea la distorsión de la palabra que es la que debemos tener todas, tal vez te miras en el espejo y dices, Yo no le agrado a tanta gente como le agrada tal o como le agrada otra porque nos miramos en el espejo de la comparación, nos miramos en esos espejos de esos recuerdos filtrados, nos miramos en el espejo de una familia que nunca te afirmo, nos miramos en espejos de iglesias que nos enseñaron a obedecer y nunca nos enseñaron a sanar, nos miramos en esos espejos de la ex relación que te dejo sintiéndote invisible, reemplazable, insuficiente.
En ese reflejo nada que Dios diga sobre ti va a parecer real, el enemigo no necesita destruir tu vida para detenerte, lo único que necesita es distorsionar tu espejo, yo quiero que tú analices lo que tú dices a cerca de ti, y lo he dicho muchas veces, en muchos episodios de mujer podcasts, pero analiza si te hablas a ti misma diciendo; ay yo soy un fracaso, ay qué bruta soy, ay a mí nada me sale bien porque yo todo lo daño, ay nadie me ama, ay yo no le importo a nadie, si esos pensamientos, si esas frases están delante de ti misma, Jesús diría esto acerca de mí mirándome a los ojos?
Te aseguro que si no suena al amor redentor de nuestro señor Jesucristo eso que tú estás diciendo no viene de Dios y no viene del cielo, así que eso yo soy tóxico, yo soy mala, yo soy bruta, yo no soy suficiente, yo soy un desastre, yo todo lo daño, eso se tiene que acabar y eso tú no tienes que sustituir por declaraciones bíblicas, no como afirmaciones vacías, así como; yo soy inteligente NO, sino como declaraciones proféticas, declaraciones desde tu posición en Cristo, en lugar de decir yo soy un fracaso tú te vas a decir a ti misma, yo soy una obra maestra de Dios.
Tienes que entender que tienes que verte a como Dios te mira, en lugar de decir yo todo lo daño, yo todo lo arruino, vas a empezar a decirte, yo soy guiada con espíritu santo, y si yo no creo que tú necesites otro filtro para embellecer tu imagen externa, tú lo que necesitas es comenzar a pulir ese espejo interior, tal vez lo que tu llama humildad, es una versión maquillada de tu autoestima baja, hoy Dios quiere sanar no solo tu visión, sino que Dios quiere sanar tu reflejo.
Te imaginas como tú vivirías si tú comienzas a verte como Dios te ve, en lugar de evaluar el valor por tus errores, puedas empezar a verte por el sacrificio de Cristo y cada vez que te mires en el espejo no busques ni la arruga, ni la mancha, ni la cicatriz, sino que busque la huella del creador que está sobre tu vida.
Tú no eres lo que tu vez, tú eres lo que Dios dijo que tú eras, e incluso cuando tú no lo ves, hay una línea bíblica que a mí siempre me ha parecido más poderosa de un millón de milagros; esta línea bíblica no tiene ángeles, relámpagos, no tiene fuego del cielo, pero encierra un diseño que Dios tiene para ti.
Génesis 2:25 “Y ambos estaban desnudos, Adán y su mujer y no se avergonzaban” qué frase tan simple, pero que impactante y que importante para que lo entendamos, porque esa desnudes no era tan solo física, era una desnudes emocional, era una desnudez espiritual, era una desnudez total, era una libertad de ser visto completamente tal cual eran y sentirse 100% seguro de esa manera.
La verdadera libertad no es hacer lo que tú quieres, es ser plenamente tú, que no tengas que esconder nada de ti, antes del pecado la desnudez era confianza y después del pecado la desnudez se convirtió en una amenaza y desde entonces hemos confundido cubrirnos con protegernos, nos llenamos de capas; yo soy la fuerte, yo soy la más ocupada, yo soy la que siempre puede, yo soy la que nunca llora, yo soy la que siempre está sonriendo y aunque eso nos esté derrumbando por dentro queremos vivir con esas capas, pero Dios no te diseño para vivir cubierta de capaz emocional, él te creó para caminar desnuda delante de él, sin vergüenza, sin culpa, sin mascarilla.
¿Sabes qué? Su presencia, en la presencia de Dios tú no necesitas esconder tus debilidades para ser amada, en la presencia de Dios, la vulnerabilidad no es debilidad es acceso, Dios no bendice la edición editada que haya cerca de ti, el Bendice la que se atreve a mostrarse rota, la que se atreve a mostrarse disponible.
Uno de los bloqueos más comunes para tu experimentar crecimiento personal es el auto rechazo, es decir hay personas que se censuran por sí misma antes de intentar algo nuevo, yo sé que muchas veces están rechazándose a ellas mismas antes de que alguien lo haga, lo utilizan como un filtro para protegerse de quizás las críticas de otras personas.
Hay algo que yo descubrí hace mucho tiempo, las mujeres que oran con intensidad, que sirven con excelencia y que predican con unción, a veces no están listas para estar en silencio con ellas misma, por qué? Porque le temen a lo que escucharían, muchas mujeres que están lista para dar, pero no para escuchar y recibir.
La vergüenza no solamente te esconde de Dios, también te separa de ti misma, tú no tienes que sanar toda tu vida, todos tus errores, todos tus pensamientos para presentarte delante de Dios, tú puedes presentarte y una vez que te presentes comienzas a sanar y esto lo vimos en muchas historias que resaltamos constantemente las mujeres; como la mujer del flujo de sangre, pero hoy yo te quiero demostrar una historia de una mujer que muy pocos hablan.
2 Samuel 14, me refiero a la mujer de Tecoa, esta mujer fue enviada por Jehová a confrontar al rey David con una historia que era disfrazada, pero antes de hablar lo primero que hizo fue mostrarse y decir, ayúdame, esta mujer no explico, no justifico, no maquillo, solamente se presentó y esa vulnerabilidad ¿sabes lo que provocó?, provocó acceso.
Quiero que cierres tus ojos por un segundo, visualízate en una habitación donde no haya espejo, donde no esté maquillada, donde nadie sepa quién tú eres, donde no haya redes sociales, donde no hay etiquetas, donde estás solamente tú y Dios.
¿Qué le mostrarías a Dios si supieras que no vas a hacer rechazada? Pero eso es lo que Dios está esperando de ti. Dios no está esperando que llegues perfecta, Dios está esperando que llegues real y yo te quiero compartir tres declaraciones que te transforman en ese momento.
1. Yo no necesito cubrirme con perfección, yo fui vestida de propósito.
2. Mi historia no me define, pero sí puede sanar a otras.
3. Yo no tengo que esconderme de aquel que me creó desde el polvo.
Quiero darte una herramienta poderosa, esta semana en vez de solo mostrar tu reflejo en el espejo, mírate con los ojos de Dios, tómate un memento de frente y di Padre aquí estoy, aquí estoy con todo lo que soy, con todo lo que no entiendo, con todo lo que me duele en mi corazón, pero no me voy a esconder, porque yo sé que tú me ves, porque yo no necesito validación de nadie más yo solo te necesito a ti.
Es probable que en este episodio tú puedas entender que la sanidad de tu imagen interior no empieza cambiando lo que vez, sino que empieza con dejar de esconder lo que eres, si tú te atrevieras a caminar sin filtro, sin escusas, sin esos adornos emocionales, si ese edén perdido fuera remplazado por una comunión donde tú no tienes que fingir y solo tienes que ser quien tú, tu vulnerabilidad no sería una amenaza, tu vulnerabilidad en realidad sería la entrada al lugar más seguro que es en los brazos de nuestro padre.
Una de la mentira más peligrosa que hemos creído es pensar que trabajar en tu sanidad interior es egoísta, es pensar que si te enfocas en ti estás dejando de enfocarte en Dios, es creer que, si cuidas tu corazón estás siendo demasiado emocional, pero yo quiero romper esas mentiras hoy, con la verdad que quiero que guardes en tu alma.
Sanar la imagen que tienes de ti misma no es narcisismo, es obediencia, no puedes amar a tu prójimo como ti mismo, si ni siquiera sabes cómo amarte a ti misma, no puedes ver el valor a las demás personas, si el espejo en el que te miras está distorsionado, te lo voy a probar con la biblia.
Salmos 139:14 “Te alabaré, porque formidable y maravilloso son tus obras en maravillado de ti y mi alma lo sabe muy bien” cuando David escribió esto, David no estaba hablando de las estrellas, no estaba hablando de los océanos, David estaba hablando de él; David estaba hablando de su cuerpo, estaba hablando de su existencia y como tú puedes responder a esa revelación, úes con alabanza, reconociendo tu valor como una forma de adoración, la palabra hebrea aquí formidable que implica, asombro, respeto profundo.
Cuando reconoces lo que Dios hizo cuando te creo estás honrando el diseño divino de Dios, estás adorando con tu autoimagen restaurada, cuando una mujer sana su imagen, cambia su atmosfera, su manera de mar cambia, su forma de criar cambia, su empresa florece, su matrimonio respira, sus oraciones dejan de sonar como súplica y se convierten en decreto, en decretos de identidad.
Una mujer con una imagen sanada ya no pide como una mendiga, intercede como una hija de Dios, y nosotros sabemos que afirmarte con verdad emocional y espiritual cuando tú haces eso tu cerebro genera nuevas conexiones, eso se llama neuroplasticidad redentora, es decir tu mente se puede renovar en la práctica, eso es lo que nos dice Romanos 12:2 “Esa renovación no solo transforma tu conduta, sino que transforma tu espíritu”
Ignorar tus heridas no es fe, ignorar tus heridas es negligencia disfrazada de espiritualidad, si tú pensabas que trabajar en tu sanidad emocional es una opción, deja de decirte eso a ti misma y empieza hablarte con claridad, tu imagen restaurada no es un lujo, es una necesidad y es una responsabilidad espiritual.
Yo quiero provocar con este episodio de mujer pódcast, que todas tus conversaciones internas sean un eco de tu verdadera identidad en Dios, que cada oración muestre seguridad, que cada lágrima que hayas derramado con vergüenza hoy pueda ser sustituidas por alabanzas al Dios todopoderoso, que puedas decirte a ti misma yo fui criada con propósito para un propósito. Cuando tú sanas tus reflejos, tu vida entera se convierte en un acto de adoración y eso cambia todo. Cuando tú sanas la imagen de ti misma, dejas de huir, comienzas a evitar.
Hoy en este episodio hablamos de vergüenza, hablamos de espejos distorsionados, hablamos de desnudez emocional, la desnudez emocional que muchas de ustedes evitan, y de la poderosa libertad que nace cuando dejamos de escondernos, porque sanar tu imagen interior no es una terapia emocional nada más, es una restauración espiritual, es decirle a Dios aquí estoy, yo no soy perfecta, peor soy real.
Yo te confieso de lo más profundo de mi corazón que es mi anhelo que tu hoy puedas presentarte delante de Dios tal cual tú eres, este episodio te ha confrontado al yo, te abrazo de verdad, en la distancia te abrazo, yo quiero que sepas que esa incomodidad es parte de tu sanidad. Quiero que me dejes un comentario con una palabra que describa lo que Dios te mostró hoy en este episodio, quiero que lo compartas con una amiga que quiere dejar de esconderse y empiece a florecer.
Por último, me gustaría agradecer a todas esas mujeres, que decidieron invertir un par de minutos de su vida leyendo.